Es muy cierto, lo que afirma Alejandra sobre el magnífico tándem que formamos, fruto del trabajo y, yo añadiría, de la motivación que transmite y de lo que le gusta su trabajo, y si el resultado es pleno, ¿qué más podemos pedir?
Lo del fútbol no tiene solución, ni debe tenerla, cada uno decide el nivel de “sufrimiento” que debe asumir, y el de Alejandra, además de total, será permanente. Respecto a la ropa y tiendas a las que acudir, es evidente la discrepancia, aunque sólo sea por la diferencia de edad.
En la discrepancia radica también parte de nuestro éxito, que creo obvia la ínclita Alejandra; nos hace más interesantes, porque queremos saber siempre lo que piensa a ese respecto el “contrario “, nos hace diferentes porque siempre aparecen argumentos nuevos que soportan nuestras tesis, nos hace más analíticos y reflexivos puesto que nos corresponde detallar lo que planteamos y pensar cómo lo sustentamos. Es como juego que nos lleva al interior de cada uno para dar lo mejor de nosotros. Me estoy poniendo intenso y estoy derivando mi réplica fuera del objeto que nos trae aquí.
Si yo no cumpliera con el compromiso profesional que Alejandra aporta en cada sesión, directamente me voy a casa, entre otras cosas, por la vergüenza personal que tendría que asumir al estar permanentemente justificándome con frases del tipo: “como he sufrido un derrame cerebral, pues no llego, no puedo o me canso!!”.
Y claro que me sucede un poco de todo eso y más pero, entonces, ¿para qué me pongo en manos de Alejandra? Pues precisamente para que me inocule y me impregne de lo que denomina “compromiso al 100%”, sin esto, no le demos vuelta, no tenemos nada que hacer, sin esto perdemos el tiempo todos, sobre todo los pacientes.
Respecto a mi experiencia con el agua, decir que comenzó de forma algo frustrante y ahora la vamos encauzando con resultados más que prometedores. Esto del agua comenzó en el LESCER, centro de rehabilitación específico para ACV (accidentes cerebro vasculares) ubicado en Madrid, donde fui trasladado una vez terminado mi periplo por la SS. Comencé en aquella piscina donde era incapaz de disociar mi tronco del resto del cuerpo, para poder intentar quedarme a flote, con lo que el movimiento en bloque hacía imposible cualquier atisbo, ya no de nadar, sino como digo, mantenerme a flote. Con paciencia y muchas ganas fuimos consiguiendo pequeños logros, pero me vine a casa con la sensación de que aquella empresa, me venía grande. ¡Y para qué se lo diría a Alejandra! Pues ya sabes, se puso manos a la obra y siempre, en función de mi evolución, se descolgó con una batería de ejercicios, ante los que no había excusas ni justificaciones, sino “compromiso al 100% “.
Recuerdo que al principio cuando me agarraba al borde de la piscina para estirar el cuerpo, la pierna izquierda caía cual piedra de 200 kg de peso, pese a trabajar sin gravedad. Frustrante e imposible comienzo, pensé. Alejandra a este respecto me recomendó algo tan básico como utilizar los churros flotantes que me ayudaron a mantener el cuerpo a flote, sin esfuerzo y con la posibilidad de estirar la pierna sin esfuerzo y con una flotabilidad más que interesante. A día de hoy soy capaz de estirar y mover ambas piernas en posición de braza con un amplio giro en la izquierda, cosa que me parecía impensable. Igualmente soy capaz de dar saltos impulsado con ambas piernas, cuando antaño, mantenerme solo así, era casi imposible. Me hace andar hacia adelante y hacia atrás sin mayores complicaciones y un sinfín de ejercicios diseñados para el agua, con los ‘que disfruto al ver yo mismo mi propia evolución; cuestión esta muy importante, porque volvemos a algo ya comentado y valorado: NO PODEMOS SER SUJETOS PASIVOS en estas circunstancias, toca dar un paso al frente y “comprarle a Alejandra su “ compromiso al 100%” de lo contrario, estamos al margen de nosotros mismos, de nuestra evolución, debemos ser capaces( siempre que se pueda) de analizar y reflexionar sobre nuestros avances y dificultades para transmitir nuestra situación real para que nuestra líder ajuste los ya ajustados ejercicios. Importante también trabajar sin dolor; parece obvio, pero en mi caso, al principio no lo era. Cuando se trabaja con ilusión y ganas, uno llega a pensar que no nos pasa nada y que todo es posible y entonces retorcemos los límites y nos acompaña rápidamente el dolor, cosa a evitar porque se trata de realizar los ejercicios con calidad para transmitir a mi cerebro señales factibles y recomendables. Al principio me permití alguna licencia en esta dirección y tuve que levantar la mano, porque se convertía la cuestión en un calvario y como digo, se trata de compromiso al 100%, no de aguantar un dolor por pequeño que sea, porque es lo que quiere Alejandra: compromiso e implicación. Ahora que no nos escucha, a mí me ha costado un año entenderla y asumir su filosofía de trabajo, que siempre me pareció muy exigente, pero necesaria si queremos obtener resultados.
El Ilustre Caballero.